
El protagonista de la novela, tras una agresión a un antidisturbios, se exilia a un pueblo abandonado. Como un Robinson moderno, se va adaptando a vivir sin nada y sin nadie, hasta que se da cuenta de que en realidad a él es lo que le gusta.
Básicamente, este es el argumento de la novela. Narrado con un lenguaje florido e irónico que tiene que gustar (a mi al principio me hacía gracia pero luego me ha terminado cansando).
El planteamiento es curioso pero se alarga y se recrea demasiado en la logística y a mi me ha faltado más profundidad en el Manuel eremita (así se llama el protagonista).
No he terminado de enganchar ni con la historia ni con los personajes y ya lo siento, porque me habían recomendado la novela y me fastidia mucho no poder compartir gustos novelescos.
No he leído nada más de este autor pero de momento lo dejo en el limbo hasta que se me pase el regusto. También es que ha tenido mala suerte, (la novela, el autor o yo), porque lo he leído entre medias de grandes lecturas. Y claro, las comparaciones son odiosas.
Año de publicación: 2018
Editorial: Blackie Books
Páginas: 224
Valoración: Ni fu ni fa
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