Después de su primera novela, El verano en el que mi madre tuvo los ojos verdes, estaba esperando la segunda con impaciencia.
Las expectativas por mi parte eran altísimas y no sé si ha sido eso lo que me ha penalizado en la lectura o que en realidad esta novela no es tan brillante como la anterior.
Desde luego brillante no es. Es oscura, angustiosa, triste, descorazonadora. Vamos que después de leerla de lo único que tienes ganas es de quedar con un montón de amigos a tomarte unas cervezas y reírte para poder espantar las emociones que te ha generado la desgraciada huérfana protagonista de esta historia.
Está muy bien escrita, transmite la realidad (para mí tan desconocida) de una convulsa Rusia en los años 80-90, pero te deja un cuerpo…
Año de publicación: 2020
Editorial: Impedimenta
Páginas: 355
Valoración: recomendable
Reseña de la editorial
La anciana Tamara Pavlovna rescata a la pequeña Lastochka de un orfanato durante los años más grises del comunismo en Moldavia. Lo que en principio puede parecer un acto de piedad esconde una realidad terrorífica. A Lastochka la han comprado para trabajar como esclava recolectando, durante casi una década, botellas por las calles de la ciudad. Sobrevive en un ambiente marcado por la violencia y la miseria mientras rechaza las insinuaciones de unos hombres demasiado obstinados. «El jardín de vidrio» es un ejercicio de exorcismo doméstico. Una carta imaginada por una niña para unos padres desconocidos, en la que el dolor a causa del abandono, el desamor y la ausencia de ternura y emoción se muestra como una herida que quizá nunca llegue a cicatrizar del todo. La falta de piedad, la inmensa delicadeza estilística y la escritura caleidoscópica de Tatiana Tîbuleac hacen de esta novela una tragedia tan cruel y compasiva como reveladora de aquello que nos depara el destino y su belleza.
Opinión de una lectora 
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